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Mostrando entradas de enero, 2021

Jaime, el de los ojos verdes

Jaime sonreía. Era una mañana fría, ella había llegado demasiado temprano. Sí, demasiado. Casi cinco horas antes de lo planeado. Estaba confundida, había pasado una mala noche, por lo que había decidido salir rápido de donde estaba y refugiarse en el compromiso, aunque faltaran cinco horas. A Jaime lo había visto el día anterior: un buzo de lana, gafas, cabello largo, boca delgada y una voz dulce. No habían hablado, ella tenía que solucionar asuntos urgentes, de los cuales quería salirse lo antes posible.  Sin embargo, esa mañana, al llegar y ver sonriendo a Jaime, se sintió tranquila. Su presencia le generaba la paz que no había encontrado en esa noche, él le ayudó con su maleta, le ofreció un espacio, desayuno y se mostró muy amable con ella. Era como sentir un rayo de sol suave que aparece después de la tormenta. Luego de organizarse un poco, se sentó a trabajar, justo enfrente de Jaime. Era inevitable levantar la mirada y querer observarlo, querer grabarse cada detalle de él. Le pa

Camilo, el de ojos verdes.

Los ojos verdes le daban miedo. No era un miedo infundado, era algo asentado en lo más profundo de su memoria. Ella no quería saber nada de esos ojos; sin embargo, la vida se empeñaba en propiciarle encuentros, de lo más variopintos, con ellos. Incluso antes de haber desarrollado su repulsión, recordaba haber tenido encuentros importantes con ojos verdes. 1. En su infancia, se había enamorado de un compañero de clase. Camilo, de ojos verdes, sonreía a través de las ventanas del salón y su cabello rubio brillaba con el sol de mediodía del trópico. Allí estaban unos de los primeros ojos verdes de su vida. Los recordaba cerquita el día en que, en medio de una tarde de piscina, Camilo la había besado por una apuesta con sus compañeros. Fue algo fugaz, todos reían alrededor, ella era la penitencia. Había regresado llorando a su casa, no quería ir al otro día al colegio, pero no podía decirle nada a nadie.  A la mañana siguiente, llegó al salón y se sentó en las primeras filas, como siempre,