Resistiendo
No creo que la democracia occidental sea la mejor forma de
gobierno, hay que replantearse muchísimas cuestiones sobre la participación en
los sistemas actuales. Sin embargo, para poder cuestionar primero hay que estar
vivos y, en el régimen que retorna, la vida ha sido lo menos importante.
No tengo muchos años, pero sí los suficientes para saber contar las personas inocentes asesinadas por la derecha colombiana. La lógica para ellos es simple: la riqueza es el Dios. En esta plutocracia, todo lo demás es desechable: niños indígenas, ríos milenarios, mujeres negras, árboles centenarios, obreros pobres, animales vagabundos o ancianas enfermas. La sacrosanta propiedad privada, por encima del mundo, está dispuesta a desahuciar, a desaparecer, a desplazar y a destruir. En momentos como estos, muchos preferirán la defección, adherirse a ellos para alcanzar algo en la repartición del botín. Yo no, elijo seguir contravía a sabiendas de que eso puede llevarme al abismo. Pero no le temo a la muerte cuando con ella se aporta a la vida y a la dignidad.
No tengo muchos años, pero sí los suficientes para saber contar las personas inocentes asesinadas por la derecha colombiana. La lógica para ellos es simple: la riqueza es el Dios. En esta plutocracia, todo lo demás es desechable: niños indígenas, ríos milenarios, mujeres negras, árboles centenarios, obreros pobres, animales vagabundos o ancianas enfermas. La sacrosanta propiedad privada, por encima del mundo, está dispuesta a desahuciar, a desaparecer, a desplazar y a destruir. En momentos como estos, muchos preferirán la defección, adherirse a ellos para alcanzar algo en la repartición del botín. Yo no, elijo seguir contravía a sabiendas de que eso puede llevarme al abismo. Pero no le temo a la muerte cuando con ella se aporta a la vida y a la dignidad.
El sentimiento es indescifrable. No pienso en cambiar mis convicciones ni mis principios. He elegido la resistencia y la lucha como formas de vida. Tengo claro que ese es mi propósito, que no podría estar tranquila mientras miles son asesinados por los regímenes. Sigo segura de que necesitamos un cambio, de que es urgente una transformación que priorice la vida de humanos, animales, plantas. La vida como la causa de todas las causas, esa es mi guía. Sin embargo, la tristeza es mucha. Reconocer que aquellos que reciben lo peor del sistema lo defienden a ultranza es un golpe que deja sin aliento y con los ojos encharcados. ¿Por qué siento esto? Conozco la historia. He estudiado y sé que en el cono sur hubo manifestaciones multitudinarias a favor de las dictaduras. Sé del afán de los norteamericanos de votar por aquellos que tienen la exclusión como política. He leído sobre las catástrofes en Europa, la racista, y sobre las guerras fraticidas en el lejano Asia. No debería sorprenderme que, en este país en la esquina derecha de América del Sur, elijamos la muerte, por encima de la paz.
No obstante, me sorprende amargamente. Pero alcanzo a gritar: ¡que la sorpresa no nos paralice! Aquí seguimos firmes los que creemos en que no solo es necesaria, sino también urgente una transformación profunda de este sistema.
Vamos a triunfar, eso es seguro.
No obstante, me sorprende amargamente. Pero alcanzo a gritar: ¡que la sorpresa no nos paralice! Aquí seguimos firmes los que creemos en que no solo es necesaria, sino también urgente una transformación profunda de este sistema.
Vamos a triunfar, eso es seguro.
Comentarios
Publicar un comentario