¡Adiós!

Para D.

Aún sabiendo que su adiós sí es definitivo.

Mi abuelo solía decirme que no le dijera ¡Adiós! que con un ¡Hasta pronto! bastaba, porque así él tendría presente que me volvería a ver. Yo aprendí la lección y no sólo no le decía ¡Adiós! a mi abuelo, sino que tampoco se lo decía a mis amigos, ni siquiera a mis novias cuando las veía partir de la mano de algún otro fulano. Pero llegó un día en el que sencillamente comprendí que en realidad no quería volver a verla, no quería saber qué era de su vida, dónde estaba ni con quién salía, así que le escribí un texto en la madrugada y le dije que quería hablarle al día siguiente, que la vería a eso de las 5 de la tarde enfrente del Museo, en la cafetería de siempre. 

Mientras caminaba hacia allí me sentía muy absurdo, era totalmente ridículo citarse con alguien sólo para decirle que no lo quieres volver a ver, pero allí estaba yo: solo, esperándola e intentando encontrar las palabras para justificarme. La vi llegar a través de la gente, entre las sombrillas de colores distinguí la suya -siempre tan brillante-, me saludó de beso en la mejilla y la sentí fría, helada, como siempre había estado. 

Se sentó a mi lado y pidió un chocolate, dejó al lado de la mesa su paraguas. "¿Qué es lo que necesitas decirme, eso tan urgente?" Yo la miraba y entonces le dije que no la quería volver a ver, que quería que nuestros caminos se separaran por completo -como si el mundo se dividiera en dos partes-, ella pareció sorprenderse un instante, pero al siguiente sólo bajó la cabeza y pude sentir el esfuerzo que hizo para contener las lágrimas, me miró fijamente y sacó un cigarrillo, su mano temblaba. "Sabes que ahí te lo dejo, como te dejé todo siempre: sobre la mesa para que tú pudieras tomarlo cuando lo necesitabas y desecharlo cuando te viniera en gana", tomó un trago del chocolate y se levantó, sobre la mesa puso también unas cuantas monedas y se marchó. 

No le dije adiós, no le dije nada. Encendí el cigarrillo y empecé a caminar, quería que viniera detrás. El corazón -simplemente- es un animal extraño.